LA PURA VERDAD
Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia
y dolor y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría;
tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y
culpables.
Me avergüenza verme cubierto de pretensiones;
una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente;
mi memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán
algún día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como
la Cenicienta, aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la
inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví
deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne
perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra
desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de
una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.
Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida
Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.
LA VERDAD ES LA
ÚNICA REALIDAD
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se
sabe
bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de
la
explotación o de la
producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de
estos
hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados
en
el ángelus eterno y siniestro en una brigada
de
policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente,
pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la
voz
fusilada, resucitada al tercer día en un
vuelo
inmenso cubriendo la
Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la
realidad,
como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la
inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y
la
convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a
volver
después del peligro
como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende
a
defenderse, a rescatar lo
suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973.
OJOS GRANDES,
SERENOS
Andando, el barro nos llega a las caderas.
Calmando algunas inquietudes, han nacido otras.
Rodamos sobre nuevos remansos.
Nadie vuelve; es ahora el momento del amor.
El deseo es una ola suave; aquí en la orilla, con la
mano firme, detrás de los juncos, frente al sol.
Volarán los pájaros silvestres, las islas vencerán
a las palabras: el silencio sagrado sobre el mundo.
Iremos a la hoguera con los grandes herejes.
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